El mito del perro dominante: como nacio y por que sigue vivo

Una idea vieja con piel de ciencia

Descubre cómo se comunican realmente los perros y por qué entender su lenguaje corporal puede transformar vuestra relación.

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Aún hoy, miles de personas creen que un perro que ladra, gruñe o tira de la correa lo hace “para dominar”.
Es una frase que suena técnica, pero tiene un origen mucho más oscuro: un error científico de hace más de 70 años.

 

El mito del “perro dominante” se extendió desde los zoológicos hasta los parques, pasando por los manuales de adiestramiento y la televisión.
Y lo más grave: se usó para justificar el miedo, la corrección y la violencia como herramientas educativas.

 

Pero la ciencia moderna ya lo desmintió.
El problema es que la cultura aún no lo ha hecho.

De los lobos enjaulados al adiestramiento tradicional

En 1947, el investigador Rudolph Schenkel publicó un estudio sobre lobos en cautividad.
Encerrados en espacios reducidos y sin posibilidad de huir, estos animales se agredían por estrés y miedo.
Schenkel interpretó esas peleas como “competencia por el liderazgo”, acuñando la idea del “macho alfa”.

 

El problema fue que su observación no reflejaba la naturaleza, sino el efecto de la cautividad.
Aun así, su interpretación caló profundamente en el imaginario humano: si los lobos tenían jerarquías, los perros —sus descendientes— también.

 

Décadas después, el etólogo Dave Mech corrigió el error.
En su libro El Lobo. Ecología y comportamiento de una especie en peligro (1968), explicó que los lobos salvajes viven en familias cooperativas, no en estructuras autoritarias.
De hecho, el “macho alfa” era, simplemente, el padre del grupo familiar.

La jerarquía no era poder. Era parentesco.
Y lo que interpretamos como dominancia, era protección y colaboración.

La realidad de la dominancia en perros

La ciencia moderna describe la dominancia como una interacción dinámica, no un rasgo fijo.
Un perro puede “dominar” en un juego o ceder en otro, según el contexto y su relación con el otro individuo.

 

No hay “perros alfa”, sino perros con distintas habilidades sociales.
El más seguro no es quien impone, sino quien sabe comunicar sin conflicto.

 

La dominancia, en su sentido etológico, es cooperación organizada, no imposición.
Y la sumisión no es miedo, sino una señal de confianza que evita el enfrentamiento.

Por que el mito sigue vivo

Porque sigue siendo útil.
El concepto de dominancia justifica el control, el ego y la necesidad humana de sentirse por encima.
Permite reducir un ser emocionalmente complejo a un esquema de “quién manda y quién obedece”.

 

Pero esa idea no educa: rompe vínculos.
Cuando un perro siente miedo o confusión, deja de aprender y de confiar.
Y cuando el humano confunde respeto con sumisión, deja de ver al perro como compañero.

El problema no está en el perro “dominante”.
Está en el humano que necesita dominar para sentirse seguro.

Cambiar la mirada: del control a la colaboracion

Los perros no necesitan jefes, necesitan referencias seguras.
Ser guía no es mandar, es ofrecer calma, coherencia y acompañamiento.

 

La educación respetuosa no elimina la disciplina, la redefine:

 

  • No se trata de “ganar”, sino de entender.

  • No se trata de imponer, sino de proponer límites desde la empatía.

  • No se trata de obediencia, sino de comunicación emocional.

 

🔗 Si quieres profundizar en esta visión, puedes leer:
👉 Dominancia y sumisión: palabras mal escogidas
👉 El lenguaje de los perros: cómo entender sus señales y emociones

El fin del “macho alfa”

El mito del perro dominante pertenece al pasado.
No es ciencia, es historia mal contada.

 

Los perros no quieren liderar ni obedecer: quieren convivir.
Y cuando los escuchamos en su idioma —el de la calma, la confianza y la empatía— descubrimos algo mucho más poderoso que la obediencia:
la verdadera conexión. 🖤

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